“Hombre cobarde no coge mujer bonita”. Pepe Kierdelewicz

jueves, 27 de enero de 2011

¿Alguna vez te faltaron ganas para salir a entrenar?

Cuando llegué de trabajar estaba dispuesto a ponerme mi ropa de entrenamiento y salir sin mas. Con un buen sol, como hace días que no se ve, pero en el horizonte aparecían una nubecitas amenazantes.

En este primer mes de pre-temporada no hay entrenamientos muy largos pero si algún que otro durito, sumado a que entreno todos los días de la semana sin descanso, las piernas notan una linda carga.

Hoy tenía una buena entrada en calor, saltos y 50´de Fartlek en terreno variado.

Después de una hora esperando que pasen esas nubes negras que anunciaban chaparrón fuerte, y en un acto de arrojo involuntario, me puse la siempre fría ropa de entrenamiento y salí. Cuando llego creo que tardé 10 minutos en bajarme del coche, entro en calor con un viento horrible, saltos y me quito la ropa para empezar ese horrible Fartlek. Me llama Cati por teléfono y empezó a chispear; me subo al coche. Estaba tan a gusto dentro. El viento no me golpeaba los oídos, no me estaba mojando, no tenia frío, estaba hablando muy a gusto con mi hija…..y dejó de llover.
 
Por fin me decido y salgo. ¡Que pocas ganas, por favor! Trotando los primeros metros buscaba alguna motivación y me acuerdo del plan que decía “Fartlek en terreno variado”, y pienso: “¿que haría Pablo (mi nuevo entrenador de toda la vida) en este caso?”….veo las dunas y lo tuve muy claro. Me acordé inmediatamente de aquellos años donde salir a trotar por la ciudad con él era toda una aventura. No había banco o valla que no saltásemos, ni loma de tierra que no subiéramos, ni contar los cambios de ritmo cuando no había otra cosa mejor que hacer. Y cuando salíamos por la sierra!!....nos quedaban las piernas arañadas como si las hubiéramos puesto en una bolsa de gatos. Así que derechito a las dunas y caminos serpenteantes por debajo de abetos y plantas de esas que te raspan las piernas.
 
Volví a esos despreocupados años de adolescente donde solo quería entrenar y correr. Volví a buscar los peores y más enrevesados caminos que hagan de mi carrera lo más complicado posible.
 
Subiendo por la arena blanda, peleando con la lluvia y el viento de cara, saltaba bajaditas abruptas intentando que los pies no se entierren en la arena, buscaba lugares donde nadie haya pasado y cuando veía una huella me enojaba y buscaba otro más difícil. Cuando pensaba en trotar por un sitio más fácil para recuperar un poco pensaba que la vuelta la iba a hacer por la calle para llegar rápido porque si volvía por el mismo camino tardaría más tiempo que lo que ponía el plan, así que seguía pensando en un camino difícil.
 
Cuando dí la vuelta busque una calle para volver pero después de 300m me aburrí y volví a las dunas que me trajeron. Eso si, con la condición de no volver por los sitios difíciles. Me volví a aburrir y otra vez a bajar y subir y saltar y disfrutar de este difícil y frío camino hacia el final……que no es otro que mi próximo reto.
 
Realmente este entrenamiento que empezó como un suplicio terminó siendo unas vacaciones mentales de 50 minutos.